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Es horrible la sensación de culpa que me queda tras una pelea con papá, a pesar de que logro pequeños avances mediante análisis teóricos: No somos para el otro, por un lado, después de los medicamentos, yo he optado por hacer las cosas mas sencillas tratando de obtener pequeños objetivos que me trazo: contarlos, organizarlos, resolverlos y luego archivarlos mientras que él los deduce, observa, amplía, propone. Ahora por lo menos sé que a el le encanta imaginar laberintos, cuando a mi sólo me produce un placer egoísta resolverlos. Le complico la existencia.
Me imagino que debe de sentirse como cuando los enamorados van a casarse a una oficina. Y yo, pues me siento como el contador de un poeta descuidado.
Ha pasado un rato y trató de arreglar las cosas conmigo, me trató con cuidado, me habló con cariño. No puedo culparlo por mis complejos. Lamento mucho haberlo herido aunque estoy viajando a mi otra casa.

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